Tras el ingreso del ex mandatario a la superintendencia de la Policía Federal en Curitiba, donde empezó a cumplir su pena, hubo disturbios en la entrada del edificio y la policía tuvo que lanzar bombas de estruendo y disparar balas de goma para dispersar a los manifestantes que lanzaron palos y piedras contra los agentes. Nueve personas resultaron heridas, aunque ninguna de gravedad.
El juez Ernani Mendes Silva Filho prohibió que haya manifestaciones en los alrededores de la sede de la Policía Federal de Curitiba en la que quedó alojado Lula, porque esas protestas "pueden ocasionar trastornos a los vecinos de la región y grave lesión al orden de la seguridad".
Para recibirlo en la superintendencia de la Policía Federal de Curitiba, las autoridades transformaron una de sus salas en una celda especial de 15 metros cuadrados. La habitación posee una cama simple, un armario y un baño privado.
El año pasado, Moro condenó a Lula acusado de favorecer a una constructora a cambio del compromiso de un apartamento frente a la playa. La condena fue ratificada en enero por una corte de apelaciones. El expresidente niega haber cometido delito alguno en este y otros casos que están pendientes de juicio.
Los opositores a Lula celebraron su arresto con fuegos artificiales y champagne. "Creo que un mejor Brasil es posible para mis hijos. Es una demostración de que ya nadie está por encima de la ley y tiene garantizada la impunidad", señaló uno de los manifestantes, Walter Passos.